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Capítulo 2

- Lilith, no llores tan fuerte o nos oirán. Ella no quiere que esté aquí. - murmuró.

Ella. Toda la felicidad que había intentado abrirse paso en mí desapareció, reemplazada por la culpa y la amargura.

No pude evitar otro gemido.

¿Por qué no podía dejar de llorar?

Tina pareció entender lo que estaba pensando sobre la muerte de Mike y me abrazó. Ella me dejó desahogarme sobre ella. Por mucho tiempo.

Esperó a que me calmara.

- Él te amaba. - Finalmente respondió a mi queja. - Me contó todo. Pero no es tu culpa. Realmente creía que se podía destruir lo que su gobernante había construido. Intentó hacerlo él mismo y sabía a lo que se enfrentaría si su reina se enteraba. Pero él quería que tú también lo creyeras. Nunca tuvo el coraje de decirte lo que sentía por ti hasta que lo convencí. Pero ya era demasiado tarde. Por ello me encomendó la tarea de continuar y completar su proyecto. - .

Noté una mancha blanca acercándose a mí. Miré de Tina a los papeles que tenía en la mano.

Tan pronto como entendí lo que era, sentí una sensación de náuseas en la garganta: en las hojas estaba dibujado el plano de una estructura, con las palabras Puerta de salida escritas por una persona con una letra que me era familiar.

Sentí ganas de vomitar.

Entonces, recordé las últimas palabras que Mike me dijo, antes de que la pelirroja nos sorprendiera juntos. Se trataba de una persona en la que debería haber confiado y que también sabía todo lo que él sabía.

Miré de los papeles a Tina y de Tina a los papeles.

La pelirroja había roto los papeles delante de todos. En cambio, los que Tina sostenía estaban enteros. A menos que...

Una pequeña y traviesa sonrisa apareció en el rostro de Tina.

- Salgamos de aquí antes de que sea demasiado tarde. - Ella dijo.

La miré, sin palabras. ¿Cómo había escapado del castillo en llamas de James? ¿Cómo consiguió esos papeles? ¿Cuánto sabía?

- Tina, ¿cómo lograste...? - No pude terminar la frase.

- Siéntate. - me ordenó, señalando la cama con un movimiento de cabeza.

Hice lo que me dijo. Quizás entendió mi confusión. Pero parecía que tenía algo que decir. No sabía qué.

Poco después, ella también se unió a mí, sentándose a mi lado, pero no cruzó las piernas, como lo había hecho una vez, en el castillo de James, conmigo. Parecían haber pasado meses desde aquel momento.

Me miró a los ojos. Sus ojos estaban enfocados en los míos, pero no parecía verme realmente: parecía estar pensando en algo.

- No sé cómo llegué aquí. O mejor dicho, ¿quién lo hizo? Después de que fuiste salvado, pasaron unos segundos antes de que todo quedara envuelto en llamas. - sonrió, una sonrisa oscura y dolorosa.

Sus hombros se hundieron al recordar esos momentos aterradores. Yo mismo sentí ira, miedo y desesperación al ver el fuego envolviendo la fría piedra del castillo de James.

Tina descubrió su hombro de la tela de la ropa de su sirvienta, con una sonrisa triste. Hice una mueca cuando vi la horrible vista: su piel pálida estaba cubierta de tenues cicatrices blancas, que cruzaban toda la superficie de la piel expuesta, desde la clavícula hasta el brazo. Se detuvieron justo encima del codo, como una cobertura perpetua, que se ramificó, junto con la sangre de Tina.

- Tan pronto como las llamas se encendieron, el hombre lobo se escapó. Pero ya no sabía adónde ir. El castillo empezó a derrumbarse. Entonces ya no vi nada.

Cuando desperté, estaba en una habitación como ésta, vestida con esta ropa y cubierta de cicatrices. La única hipótesis es que fue quemada por el castillo que se desmoronó. - .

Tina cubrió las cicatrices con la tela de su ropa. Sin embargo, logré notar una cicatriz diferente a las demás, no por una quemadura, sino algo más parecido a un corte. Decidí, sin embargo, no interrumpirla.

- Entonces, mi hermana entró a la habitación y fue cuando vi a Stacey, junto con su soberana. Y al Capitán. Me explicaron por qué estaba allí y qué debería haber hecho si quería seguir con vida: debería haber sido servidor del soberano y comportarme como tal, sin levantar nunca la vista y no dejarme reconocer, especialmente por ti. No debería haber hablado. Luego llegó Mike y luego llegaste tú.

Siempre he estado a tu lado. - .

Entendí.

- ¿ Eres el sirviente...? - Pregunté asombrado.

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