Librería
Español
Capítulos
Ajuste

“Tres años atrás, Escuela de Economía, Oxford. Flashback”

"La primavera estaba en su apogeo y los cálidos rayos del sol hacían maravillas frente al frío que aún se sentía en menor medida, todos los días pasaban con una gran calidez desde que lo había conocido en la biblioteca de la universidad, Aiden no era realmente como los rumores decían, todos lo tachaban de Playboy y mujeriego, sus conquistas se enumeraban solas por todo el campus, incluso en su personalidad reservada y fría, lograba captar la atención de las mujeres más hermosas de la universidad. Su casi metro noventa, bronceado perfecto, unos impensados ojos verdes junto al castaño de su cabello, le daban una imagen muy conocida entre los estudiantes de la universidad, e incluso de universidades vecinas, Capitán del equipo de Rugby siempre estaba acompañado, del que todos sabían, que era su mejor amigo Erick Connor y la rubia voluptuosa, capitana del equipo de gimnasia, hija aristocrática y perfecta Amelia Hamilton, todos suponían la relación entre ellos, sobre todo, debido a que la hermosa y llamativa rubia solía ir colgada de un lado a otro del brazo de Aiden, quien, la trataba con respeto y mantenía a su lado.

Rossette lo había conocido por casualidad, nunca habían cruzado una sola palabra en los años que llevaban en la misma carrera, Rossete era conocida como la “La belleza del Campus”, conocida en redes sociales tenía un blog donde hablaba de distintos estados económicos de Europa y noticias del mundo financiero, la francesa había heredado el cabello negro azabache de su madre y los ojos de un hermoso color agua marina, demasiado claro para ser verde, pero tampoco para ser celeste, de espesas pestañas, rasgos delicados de muñeca y unos labios carnosos, Rossete era conocida también en internet, por su trabajo a medio tiempo como modelo, tenía una altura adecuada, unas piernas largas y contorneadas, unas curvas generosas y definidas. Pese al constante aumento en su popularidad en redes sociales, internet y el medio. Rossete mantenía una personalidad templada y educada, de corazón amable

Por otro lado, era conocida por ser la rompecorazones con una fila de rechazados más larga de todo el campus, no había hombre que no se le quedara mirando cuando pasaba en su altura y elegancia casi imperial por los pasillos.

Por muy irónico que fuera, en plena época de exámenes, la biblioteca solía estar vacía la gran parte de la semana. Era un edificio antiguo con muchos pasillos y recovecos donde una chica podía esconderse del mundo para estudiar o simplemente leer un buen libro.

Así fue como conoció a Aiden, el chico popular que era perseguido por la rubia más hermosa del campus por toda la universidad, recurría al casi abandonado edificio para esconderse de su molesta, pero querida amiga de la infancia, Los padres de Amelia eran amigos de sus padres desde que eran niños, tenían la misma edad y sus cumpleaños se llevaban por solo unos días de diferencia, prácticamente habían sido concebidos al mismo tiempo y el compromiso de ambos era solo una cuestión de tiempo, la unión definitiva de ambas familias era un deseo de sus padres desde hace muchos años, así como el papel de buen hermano menor, aquel que apoya al mayor en las gestiones empresariales. Podía renunciar al matrimonio como una idea romántica, pero jamás seguiría a su hermano como un perrito faldero, su ambición solo era comparable con su enorme inteligencia y no pensaba usarla para beneficio de nadie más que él mismo. Por ello, en busca de un poco de paz para continuar con sus proyectos privados, se dio cuenta de que la biblioteca prácticamente era ignorada por el alumnado escolar.

Aquella tarde, él se encontraba en los silenciosos pasillos de la biblioteca, con su portátil en mano, camino entre las enormes estanterías del lugar, fue pura casualidad que la viera, Rossete se encontraba sentada en el suelo, su espalda apoyada en la pared en un rincón, a su alrededor muchas guías e impresiones que llevaba horas estudiando, en su regazo, yacía un libro de cálculo avanzado abierto y a un costado, su cuaderno de notas, ella dormía, la noche anterior había llegado sumamente tarde debido a una sesión de fotos y había perdido tiempo de estudiar, ahora, el cansancio de su ajetreada vida le pasaba la cuenta y no había podido evitar quedarse dormida.

Lo primero que llamó la atención de Aiden fue el largo cabello azabache, no había visto negro más impresionante, contrastaba con su lechosa piel, una seda negra que abrazaba sus hombros delicados sin arruga mínima. No estaba seguro de que lo llevó a acercarse a ella, tal vez la vulnerabilidad que mostraba en el profundo sueño, o la curiosidad de saber que era todo aquello que tenía disperso por el suelo como si fuera su espacio personal, pero se acercó y se agachó enfrente de ella, levantó algunas hojas y pudo apreciar los cálculos prolijos y las notas acertadas e inteligente, incluso algunos comentarios que él mismo había pensado y racionalizado para sus interiores.

Había leído algunas página ya cuando el libro abierto sobre su regazo comenzó a resbalar, y en un mero reflejo, lo sujetó antes de que la gruesa portada chocara con la baldosa fría del lugar, pero Rossete tenía el sueño sumamente ligero y al sentir el suave movimiento abrió los ojos, aquellos nublados por el sueño se encontraron con los verdes y felinos a pocos centímetros.

“Agua marina, demasiado hermosos”. El pensamiento apareció en su mente de forma violenta y despertó un sentimiento de posesividad primitiva que no pudo controlar o evitar, asustándolo en la misma medida que le causaba una indomable curiosidad.

Rossete sabía quien era el chico que estaba delante de ella, lo había visto en los carteles de promoción del equipo de Rugby en los pasillos de la universidad, aun así, ahí mismo, a la distancia de un suspiro, fue la primera vez que veía a un chico tan guapo, su corazón dio un pequeño vuelco y la voz se le quedó escondida en algún lugar de su garganta, anonadada, sin poder comprender la reacción que le provocaba, arrancó la mirada de los verdes ojos y miró a su alrededor, notando que sostenía, en una de sus manos, su libreta de notas. Aiden siguió la mirada y tomó un poco de distancia, se sentó contra la estantería al frente de ella.

—Estas anotaciones son impresionantes— reconoció y se obligó a dejar de mirarla. —¿Puedes explicarme por qué decidiste utilizar esta estrategia de abordamiento económico?

No es que Aiden Campbell necesitara tutorías de razonamiento económico, pero no pudo luchar contra la violenta curiosidad. Por otro lado, ella no tenía nada que demostrar, ni le interesaba la docencia, pero así mismo, tampoco pudo deshacerse de la propia curiosidad que aquel chico le causaba, Había una fiesta en el campus, ¿Un playboy como él no debería estar en primera fila buscando su próxima cacería?

Así fue como una extraña amistad junto a una inevitable atracción comenzó a nacer entre ellos.

“Actualmente”

El sonido del agua fue como una bofetada a su inconsciencia alcoholizada, se sentó en la cama y miró alrededor, aún era de noche, pero no reconocía el lugar y por una fracción de segundo todo dio vueltas y el pánico quiso enterrar sus garras en ella. Obligándose a respirar, poco a poco los recuerdos de la noche anterior llegaron a ella como una bola de nieve…

“—Este no es el camino a mi Hotel…— mencionó ella después de algunos minutos en el auto del que era su cuñado.

—Ya no está tu reservación en aquel hotel, mi abuelo debió encargarse de que se llevaran todas tus cosas a la casa de mi hermano— explicó él.

Cabreada, pero resignada, dejó que Jimmy la llevara al que sería su nueva residencia en los próximos meses. La bella casa estaba en la zona más acomodada de Londres y la manilla electrónica ya tenía digitalizada su huella dactilar, Rossete se dio cuenta de que el Mercedes de Aiden no estaba en el garaje y tampoco había señales de que hubiera vuelto a casa. Entraron a la acomodada sala ya completamente amoblada, de un gusto exquisito y moderno, para nada del gusto de ella, pero tuvo que recordarse a sí misma que aquella, nunca sería su verdadero hogar. Acongojada y aún cabreada por todo lo sucedido en los últimos días, fue directamente al bar en una esquina de la estancia.

—¿Qué deseas beber?— Preguntó mientras ella se servía una copa de vino.

—No creo que sea una buena idea, Aiden puede llegar en cualquier momento y…

—Dudo que tu hermano tenga algún interés en nuestra noche de bodas.— zanjó ella con una clara expresión de molestia, Jimmy se sentía atraído por aquella fuerza que destilaba y como se había visto involucrada en todo aquel embrollo, la furia de aquella mujer sería algo digno de apreciar en su debido momento, por ahora él se limitaría a ver cómo las piezas se acomodan en el tablero.

—Un whisky, por favor.— pidió finalmente…”

Rossete, cómo no solía hacerlo, aquella noche se permitió a sí misma ahogar la rabia y el dolor en la costosa botella de Merlot, Jimmy la vio beber, y pasadas las horas, cuando ella quiso irse a dormir, aun con el vestido de novia puesto, la falta de costumbre vividora le pasó la cuenta, vomitando los costosos pantalones del traje de su cuñado y para colmo, cayendo inconsciente sobre él. Hastiado y soltando varias maldiciones, Jimmy, tomó a su cuñada y la cargó en brazos hasta el dormitorio principal, cuando la dejó sobre la cama mientras se reía para sí mismo de la irónica situación.

—¿Estás despierta?— preguntó él saliendo completamente vestido del cuarto de baño, su cabello corto y castaño se veía húmedo. Rossete pasó una mano por su larga melena azabache.

—Lamento mi deplorable estado y lo vergonzosa de la situación —se disculpó ella con las mejillas suavemente sonrosadas por la vergüenza. Jimmy simplemente asintió.

—Deberías darte una ducha, esperaré abajo.— dijo finalmente dejándola sola en aquella desconocida habitación.

Haciendo caso a la sugerencia de su cuñado, Rossete se metió a la ducha y lavó sus dientes, al salir del cuarto de baño se dio cuenta de que las pocas prendas que traía en su maleta habían sido pulcramente ordenadas en el closet, se vistió con unos ajustados jeans y una blusa, al día siguiente debería ir de compras.

Cuando bajó a la planta principal, Jimmy había preparado un par de cafés, y le ofreció la segunda taza a ella. Él ya había bebido la suya.

—Gracias. — Susurró ella contra la taza, casi en sus labios.

—Todos hemos tenido una mala noche, me voy, es tarde. —Rossete miró la hora en el reloj de pared dándose cuenta de que marcaba cerca de las dos de la madrugada, asintió, demasiado avergonzada para agregar algo más y lo acompañó a la salida. Cuando Jimmy estaba por subir a su coche se quedó mirando unos segundos a la hermosa esposa de su hermano- déjame darte un consejo, no confíes en nadie, ni siquiera en mí, conozco cada uno de los secretos de las personas de esta familia…- mencionó, Rossete no pudo evitar sentirse intimidada por la firme mirada y la falta de espacio personal que él estaba invadiendo —... Incluso los tuyos, cuñada.

Aquellas palabras fueron suficiente para dejarla helada, incapaz de decir algo más, se quedó estupefacta mientras el menor se subía al coche y comenzaba a andar fuera de la propiedad, ¿Qué era lo que sabía?, ¿Conocería su identidad francesa? ¿Sabría sobre la patética forma en que había sido rechazada por su hermano años atrás? ¿El acuerdo de divorcio? ¿O acaso su presencia comercial?… El impacto fue tal que no notó la presencia del Mercedes a pocos metros.

Sintiéndose insegura y más sola que nunca, entró en la casa nuevamente, fue hasta el dormitorio principal luego de meter el vestido de novia en una bolsa y guardarla en un rincón del cuarto de closet. Se puso su camisón de pijama, sentada sobre la cama, rodeó sus rodillas y se obligó a mantener la calma, mañana sería un nuevo día, tal vez … Podría aclarar las cosas con Aiden, volver a ser … Amigos.

Por otro lado, Aiden vio como su hermano se inclinaba hacia la que ahora era su esposa y le susurraba algo antes de marcharse, un violento sentimiento de posesión caló sus huesos, ¿Es que acaso el alcohol que había consumido lo había vuelto imbécil una vez más? Debía de ser aquello, porque después de haber pasado aquellas horas en un bar cercano se había dispuesto a volver a casa, no estaba seguro de que esperaba al reunirse con ella, tal vez lograr identificar los verdaderos motivos de porque Rossete había vuelto, pero no, no esperaba aquello, un déjà vu de lo que había sucedido hace tres años. Tenía que terminar de convencerse, aquella, era la verdadera cara de Rossete Beaumont, la dulce y maravillosa chica que había conocido en la biblioteca, no había sido más que un engaño, una horrenda manipulación por parte de una mujer oportunista y desvergonzada. No volvería a caer.

El sonido del picaporte del dormitorio, abriéndose, sacó a Rossete de sus pensamientos fatalistas, la orgullosa figura de Aiden entró en el dormitorio y su corazón nuevamente dio un brinco, se levantó de la cama rápidamente, con el fin de decir algo, lo que fuera, pero la presencia de aquel británico siempre lograba fundir sus poderosas neuronas. Lo vio entrar casi hecho una furia, camino hasta el closet y sacó un par de maletas, la abrió sobre la cama y una a una, comenzó a meter sus pertenencias en ella.

—¿Viajas?— preguntó incrédula, sin comprender bien que estaba sucediendo.

—No es de tu incumbencia. — gruñó él. — Te recuerdo que nos guste o no, eres mi esposa, por lo tanto, compórtate a la altura, no me interesa cuántos han pasado por tu cama, pero, ten un mínimo de respeto, no permitiré ser un hazmerreír porque estés haciendo el ridículo por ahí, incluso si el involucrado es mi hermano.

Sus palabras frías y duras la hicieron estremecer levemente, una grieta más, rasgó su corazón estúpido.

—¿Jimmy? No es lo que crees, él…

—Como te dije. No me interesa.— la interrumpió dándole una mirada de asco y desagradó. — Un mes más, y luego sin falta desharemos este ridículo circo. Sin falta terminaremos con esta basura.

La agresividad de sus palabras y el odio en su mirada la hicieron retroceder un paso, sintiendo un nudo en su garganta y su pecho como si fuera un bloque de cemento, ¿Dónde había quedado el chico ingenioso y encantador de la biblioteca?

—¿Por qué?…—La pregunta salió de sus labios casi contra su voluntad y en un hilo de voz, Aiden terminaba de cerrar sus maletas —¿Qué hice para que me odiaras tanto?

—¿Realmente no lo entiendes?, Debes ser más tonta de lo que creía … —dijo él con hastío —Debido a ti… Tú… Has arruinado todo lo que tenía.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.