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Capítulo 2: Embarazada

—Cynthia, el matrimonio es un asunto de toda la vida. No te permitiré hacer esto.

Isabel sabía la intención de Cynthia.

Cynthia puso la lonchera en la mesilla de noche, la sacó y dijo:

—De cualquier forma, me voy a casar con un extraño, es el hijo de tu amiga, ¿no?

—Ella falleció muy temprano, y no sé nada sobre su hijo. Incluso si rompo la promesa, quiero que te cases con alguien que te guste en lugar de usar el matrimonio para sacar beneficios. Si haces eso, prefiero quedarme aquí para el resto de mi vida.

«¿Con alguien que me guste? Incluso si en el futuro encuentre a tal persona, no seré digna de ello.» Para ella, no era importante con quién casarse, lo importante es recuperar todo lo que le habían quitado.

Isabel no logró persuadir a Cynthia de que cambiara de opinión, así que regresaron a su país al día siguiente.

A Ismael no le agradaba la madre e hija, por eso no las dejó vivir en la casa de la familia Flores, sino que les dijo que alquilaran una casa afuera. Y bastaba con que Cynthia fuera a la cada de la familia Flores el día de la boda.

Dio la casualidad de que Cynthia no quería regresar a su casa, si iba a esa casa, su madre tendría que enfrentarse a la amante que rompió su matrimonio. Por lo que quedarse allí era mejor que sentirse incómoda en esa casa.

Además, ese lugar era más tranquilo.

Isabel seguía preocupada:

—Cynthia, si este matrimonio es algo bueno, no te tocará a ti, aunque he tenido buena relación con Fernanda.

Cynthia no quería hablar de eso con su madre, así que cambió de tema:

—Mamá, date prisa y come algo.

Isabel suspiró. Era obvio que Cynthia no estaba dispuesta a hablar de ello. Su hija había sufrido mucho con ella y ahora encima iba a sacrificar su matrimonio.

Cynthia tenía el tenedor en la mano, pero no tenía apetito y sentía nauseas.

—¿Te encuentras mal? —preguntó Isabel preocupada.

Cynthia no quería que se preocupara y mintió diciendo que no tenía ganas de comer porque acababa de bajar del avión. Dejó el tenedor y entró en la habitación.

Cuando la puerta se cerró, se apoyó contra la puerta. Aunque nunca había estado embarazada, había visto a Isabel estando embarazada, y sus síntomas eran con nauseas y sin apetito. Y ahora mismo ella tenía esos síntomas.

Había pasado más de un mes desde esa noche, y su menstruación se retrasó diez días...

Ella no se atrevía a seguir pensando. Esa noche ya era muy humillante, si no fuera por su madre y hermano, no traicionaría a su cuerpo. Entonces, ella se estremeció...

***

—Estás embarazada de seis semanas.

Después de salir del hospital, Cynthia todavía tenía la frase del médico en la cabeza.

Cynthia vino al hospital para hacerse una prueba sin decírselo a Isabel, pero estaba hecha un lío con ese resultado, y no sabía si debía tener al bebé o abortarlo. Sus manos no pudieron evitar cubrir su abdomen inferior, aunque fue accidentalmente e incluso humillantamente, sentía un poco de lástima.

Tenía la alegría y la expectativa de una madre recién embarazada, también estaba atolondrada.

De vuelta a donde vivía, Cynthia guardó la hoja de la prueba de embarazo antes de abrir la puerta.

Sin embargo, al ver que Ismael también estaba allí, su rostro enseguida se puso descontento.

«¿Por qué está aquí?»

Ismael no estaba de un buen humor tenía, parecía que era porque había estado mucho tiempo esperándola.

—Ve a cambiarte de ropa. —él dijo con tono mal.

—¿Por qué? —Cynthia preguntó y frunció el ceño.

—Ya que te vas a casar con la familia Paramés, tú y el señorito de la familia Paramés os tenéis que ver primero. ¿Quieres conocerlo luciendo así? ¿Quieres avergonzarme de nuevo?

¿Cómo se sentía el dolor?

Pensó que traicionarse a sí misma y la muerte de su hermano ya la había entumecido lo bastante como para no sentir más el dolor. Pero cuando escuchó las hirientes palabras de Ismael, su corazón todavía sentía dolor, no se había adormecido.

Él envió a ella y a su madre a un país más pobre del occidente y nunca se preocupó más por ella.

«¿De dónde podía sacar el dinero?» Si ella hubiera tenido el dinero, su hermano no había muerto por la demora en el tratamiento.

Al pensar en esto, Cynthia apretó los puños. Ismael parecía haber pensado en eso también, entonces con una expresión un poco avergonzada dijo:

—Vamos, la gente de la familia Paramés debería estar allí, no es bueno hacerles esperar.

—Cynthia...

Isabel estaba preocupada, aún quería persuadir a Cynthia de no hacerlo. Ya había perdido a su hijo, y ahora solo quería cuidar bien de su hija. El dinero ya no era importante.

No quería que su hija se fuera a la familia Flores o la familia Paramés.

Las familias opulentas eran muy complicadas, además, tampoco se sabía qué tipo de hombre era el señorito de la familia Paramés. Ella estaba preocupada.

—Mamá.

Cynthia dio una mirada tranquilizadora a su madre para aliviar su preocupación.

—Date prisa.

Insistió Ismael con impaciencia, temiendo que Cynthia cambiara de opinión, incluso la empujó para salir.

A Ismael no le agradaba Cynthia, y Cynthia tampoco sentía nada por ese padre. En ocho años se había agotado todo el cariño o sentimiento de familia que tenían.

Como lo que Cynthia llevaba era demasiado humilde, Ismael la llevó a una tienda de ropa femenina de alta gama para comprarle un vestido decente. Al fin y al cabo, tenía que encontrarse con la gente de la familia Paramés.

Al entrar en la tienda, un dependiente vino a recibirles e Ismael empujó a Cynthia hacia adelante:

—Recomiéndele algo de ropa

El dependiente la observó mientras calculaba su talla, le dijo:

—Venga conmigo, por favor. —Le llevó un vestido largo azul claro y continuó, —Puede probarlo en el probador.

Cynthia lo tomó y caminó hacia el probador.

—Alain Paramés, ¿tienes que emparentarte con la familia Flores? —La voz de la mujer estaba levemente agraviada.

Cynthia de repente escuchó el sonido y miró hacia la habitación de al lado. A través de la rendija de la puerta, Cynthia vio a la mujer abrazando el cuello del hombre.

—No te cases con otra mujer, ¿de acuerdo?

Alain miró a la mujer, pareciendo un poco sin saber qué hacer con ella. Ese era un matrimonio que su madre había arreglado para él, y no podía decir que no. Pero pensando en esa noche, sintió que no podía soportar decepcionarla.

—¿Te dolió esa noche?

Hacía más de un mes, se fue al extranjero a un país no desarrollado para investigar un proyecto, pero resultó mordido por una especie de serpiente pervertida. La serpiente era muy venenosa. Si no desahogaba el apetito sexual que le producía el veneno con una mujer, moriría del calor. Fue Jenni Blanco quien se entregó a él como su antídoto.

Sabía bien lo incontrolable que se puso en ese momento.

Se decía que, para una mujer, la primera vez de hacerlo era muy doloroso, como encima él no tuvo ni una piedad, se podía imaginar cuánto le dolió. Pero ella era tan tolerante que nunca emitió ningún sonido, solo temblaba en sus brazos.

Él siempre supo que a Jenni le gustaba, pero nunca le dio una oportunidad. En primer lugar, no la amaba, y en segundo lugar era porque su madre le había arreglado un matrimonio.

Pero ella siempre estaba a su lado en silencio. Después de esa vez, sintió que debía dar reconocimiento a esa mujer. Hasta ahora, todavía recordaba lo intenso que era el rojo que dejó manchado en la cama.

Jenni se apoyó en su pecho, sus ojos se bajaron levemente y asintió coquetamente.

A ella le gustaba Alain y había estado a su lado como secretaria todos esos años. Pero ya no era virgen y no podía dejar que Alain supiera de eso. Sabía que a los hombres les importaban mucho la pureza de una mujer, así que esa noche, a través los habitantes del pueblo y con una suma de dinero, encontró a una chica virgen para enviarlo a esa habitación. Después de que esa chica salió, ella entró y fingió que ella era la chica de esa noche.

—Si te gusta la ropa de aquí, compra unas cuantas más —Alain le frotó el cabello mimosamente y dijo.

—Ese está reservado de miembros VIP y no puede entrar, vaya al de la derecha —Le recordó el dependiente a Cynthia.

En esas tiendas de ropa de alta gama, hasta los probadores eran habitaciones independientes. Y los VIP eran más exclusivos todavía. Dentro del probador se podía probarse la ropa, y los amigos podían usar el cuarto exterior para esperar o descansar.

—Vale.

Cynthia tomó la ropa y caminó hacia la habitación de la derecha.

Cambiándose de ropa en el probador, Cynthia aún estaba pensando en el hombre y la mujer de antes, parecía haber escuchado el nombre de la familia Flores en su conversación.

¿Podría ser que ese hombre...?

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