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Capítulo 2

—¡Oye, yo también quedé perjudicada! Además, ¿qué hacías que no mirabas hacia delante? Tu pudiste evitarlo, en cambio yo no, ni que tuviera ojos en la espalda —reclame.

¿Cómo es que no pude percibirlo? ¿Tan distraída me tenía aquel chico?

—¿Ahora es mi culpa? —Se ofende y suena tan egocéntrico que me choca.

—No hay nada que una buena lavada no arregle, nada está perdido amigo. —Llega el otro chico haciéndole ver el lado bueno al malhumorado que tengo al frente.

—¿Y tú quién eres? —Finalmente levanta la mirada.

Mostrando frialdad y poca educación.

—Me llamo Super Crow, un placer. —Ofrece su mano y el chico ni se molesta en echarle un ojo.

—¿Cómo que Super? ¿Qué clase de nombre es ese? No creí que se podía usar como nombre. —Lo ve extraño y Super aleja su mano por no haber recibido el apretón.

—¡Que grosero eres! —Me enojé.

—¿Lo dice…? —insinúa arqueando su ceja.

—Star Cronin —respondí cruzándome de brazos y el chico queda atónito.

—¿Star? —Era como si estuviera en shock.

—Que lindo nombre, ¿no? Tan peculiar como sus ojos —dice Super algo embobado.

—¡Star! —grita Meghan y volteo a mirarla para luego darnos un gran abrazo.

—Meghan, te extrañé muchísimo. —Nos separamos del abrazo.

—Yo también Tita —dice mi apodo—, las vídeo llamadas no ayudaron, pero nunca fue suficiente.

—Ni me lo digas —di un largo suspiro y ella mira al chico pelirrojo que le había derramado los helados.

—Creí que me esperarías en el auto. —Meghan lo ve desconcertada.

—Pues quería recibir a estrellita con su helado favorito, si es que aún seguía siendo ese sabor —responde el pelirrojo y no logro entender.

¿Cómo sabe que es mi favorito? Creo que él no sabía nada mí.

—Si sigue siendo su favorito —contesta Meghan por mi y luego me mira—. ¿No te habrás olvidado de Ross, cierto? —me pregunta y hago un gesto de sorprendida.

Si que había cambiado bastante, ya no era el chico lindo pelirrojo sabelotodo, de hecho, parecía todo lo contrario, sigue siendo atractivo, pero ya no más el chico inocente.

—Como estabas enamorada de mí, no creí que fuera fácil de olvidar —dice Ross muy creído y lo miro mal.

¡Ja! Lo dice el chico que aún recuerda el sabor favorito de mi helado sin haberme preguntado, eso me da entender que me espiaba.

Entonces si me notó, un momento… ¿acaso era muy obvio? Yo jamás se lo dije ni a Meghan y no es porque no confiara en ella, es que no quería incomodarla o algo por el estilo, ya que somos como hermanas y sería casi que casi un incesto, ¿no?

—Para ser muy inteligente, eres un idiota a veces Ross —Meghan rueda sus ojos y luego nota a Super—. ¿Y tú eres? —Lo ve extrañada.

—Super Crow —ofrece su mano al presentarse—, compañero de vuelo de cinco minutos.

—¿Cómo de cinco minutos? El vuelo dura casi cuatro horas —dice muy divertida.

—Me tuve que cambiar de asiento porque es alérgica a los gatos. —Super alza el Kennel y tapo mi nariz.

—Es intolerante a los felinos —responde Ross.

Era la única de la manada que es alérgica a los gatos, no sé cómo ellos pueden soportar su olor.

—¿Por qué mis manos están pegajosas? —pregunta Meghan abriendo y cerrando su mano.

—Pues estrellita chocó conmigo de espaldas y nos embarramos los dos de helado —explica Ross.

—Bueno, tendrán que cambiarse antes de subirse al auto, papá me mataría si ve alguna suciedad —nos dice Meghan.

—Si claro. —Ross está de acuerdo y luego mira a mi amigo—. ¿Necesitas que te llevemos a algún lado?

—Bueno, iba a pedir un taxi, pero si eres tan amable, no hay por qué —sonríe Super.

—Créeme que si no fueras amigo de estrellita, fueras un cero a la izquierda para mí —lo deja con la palabra en la boca, toma mi maleta y se va caminando.

—Que sincero —dijo Super un tanto incómodo.

—Eso es poco —le informa Meghan y comenzamos a caminar juntos hacia la salida.

—Creí que tenías licencia de conducir —inicie como tema de conversión, ya que pensé que vendría sola.

—La tengo, pero aún no puedo manejar sin la supervisión de un adulto y como ves, Rosa tampoco confía en mí, así que tuvo que traerme —bufa mi amiga.

—Pues debes darles señales como para que no confíen en ti —comenta Super algo entrometido, sin embargo, mi amiga no lo tomo a mal.

—Puede que tengas razón. —Se encoge de hombros.

Salimos del aeropuerto y nos dirigimos al estacionamiento, encontrando a Ross guardando mi equipaje en el maletero. Mis estornudos se vuelven más constantes sin poder evitarlo.

—Creo que tendremos que pasar por una farmacia primero estrellita, no puedo permitir que te enfermes —dice Ross examinándome.

—Estoy bien —respondo.

—No lo estás —me contradice.

—Que si, ya deja de preocuparte —ruedo mis ojos.

—¿Y como no hacerlo? Eres la hija del jefe —responde bastante obvio.

Genial, ahora ya no soy la mejor amiga de su prima, si no que pase a ser la hija del jefe.

—Yo me puedo ir en taxi —propone Super.

—Eso parece ser buena idea —Ross está de acuerdo.

—No tienes porque, está todo bien. —Me siento apenada.

—Es eso o que acabes en el hospital —me responde y se despide con un beso en la mejilla—, nos mantendremos en contacto y prometo no oler a gato para cuando nos veamos —me susurra.

Saca algo de su bolsillo y me lo da, era un papelito con su número, se despide de los demás muy lejanamente y se dirige hacia la estación de taxis, mientras que yo quedo hechizada por él.

—¿Qué fue lo que te dio? —me pregunta Meghan y le muestro el papel— A ese chico le gustas, no tardes en llamarlo o pensará que no estás interesada en él.

—Pensé que debía tardar para hacerme la interesante —bromee.

—No creas todo lo que dice internet —me aconseja Meghan.

—Esta bien, lo llamaré cuando llegue a casa —le aviso.

—¿Ah si? Pues para que eso pase, primero tendrías que tener su número, cosa que no tendrás. —Ross me arrebata el papel e intento quitárselo.

—¡Oye, devuélvemelo! —exijo.

—No —dijo autoritario.

—¿Y por qué no? —Me cruzo de brazos algo molesta.

—No voy a permitir que hables con extraños —imitando mi pose.

—No seas molesto Ross, hace rato hasta dijiste que lo podrías llevar a casa por ser amigo de Star y ahora te resulta un extraño, eso no tiene sentido —me defiende Meghan.

—Y que ni se le ocurra hacerte daño, no le conviene —amenaza— y tu tampoco a él, hay chicos mejores.

—¿Quién lo aconseja? ¿Él mujeriego que llevas dentro? —dijo Meghan.

—¡Jódete Meghan! —Rompe el papelito frente nuestras narices y deja caer los pedazos en el suelo—. Vayamos a casa.

Cierra el maletero y se dirige a la puerta del piloto.

—¿Qué le sucede? —le pregunté a mi amiga.

—No lo sé, siempre se ha comportado extraño, no me sorprende la verdad. —No le da importancia y camina hacia la puerta del copiloto.

Yo también camino hacia la puerta trasera del copiloto y la abro, pero antes de subirme, algo me distrae, el movimiento de Ross quitándose la camisa y dejando ver aquellos trazos bien marcados en su piel.

—Cuidado se te cae la baba —bromea Meghan y yo reacciono.

—Nada que ver. —Me pongo nerviosa.

—Al menos disimula —sigue jodiendo y le hago un mal gesto— recuerda quitarte la camisa —me dice antes de subirse al auto.

Ross también se sube y enciende el auto, yo con rapidez me quito la camisa y subo al auto también.

—¿Ya estamos lis…? ¡Ay santo cielo! —Ross voltea a verme y queda perplejo.

Yo me miró para saber tenía algo de malo, pero no logro entender que es. No puede ser porque este en sostén, es como si estuviera en traje de baño, ¿no?

—¿Qué sucede? —Meghan voltea a ver a dónde veía Ross y sus miradas hacia a mí me incomodan.

—Tapate, ¿Quieres? —dice algo serio haciéndome sentir insegura o rechazada.

¿Saben? Esto es lo normal, pero muy en el fondo creí que cuando fuera grande todo iba a cambiar y que él ya no me vería como una niña. Pero tampoco puedo culparlo, jamás me vería con deseo si siempre me vio como una hermana, es por eso que siento rechazo y no placer por haberme visto de esta manera.

—¿Y que tiene? Ni que estuviera desnuda —Meghan le pone los ojos en blanco y mira al frente— estás demasiado sobreprotector Ross, solo estamos nosotros nadie va a verla.

—De acuerdo. —Lo acepta y se acomoda en su asiento.

Yo con cierto cuidado me pongo la camisa sobre mí para que me tape y veo que Ross me lo agradece con la mirada por el retrovisor.

Se veía bastante aliviado y eso me gusta, él pone el auto en marcha y nos vamos.

No lo recordaba tan pelirrojo y sus ojos se han puestos en un tono azul más claro, él había cambiado y no solo físicamente, ¿Ahora es un mujeriego? No puedo creerlo, ¿y eso en que momento paso? Tuvo que haber pasado algo muy duro para él como para convertirse en lo que es hoy en día.

Agradezco y lamento no haber estado para él, pues si hubiese estado, me hubiese dolido, pero a su vez sé que querría tener a alguien que lo apoyara y lo entendiera.

Además de su cuerpo de gimnasio, tenía un tatuaje en el hombro, era la imagen de un lobo, supongo que era él mismo, pues al cumplir los dieciocho cada uno debe tatuarse su propia imagen en alguna parte de nuestro cuerpo, una vez haciéndole honor a nuestro origen.

No faltaba mucho como para que Meghan y yo nos íbamos al club de los tatuados, pronto cumpliríamos los dieciocho.

Como Ross había dicho, pasamos por una farmacia y se bajó a comprarme medicamentos para la alergia, este entro sin camisa y podía jurara que nada más por eso le dejarían las cosas gratis. Él fue tan rápido ni le saque conversación a Meghan, solo nos quedamos callada escuchado la música que sonaba en el auto.

En lo que Ross regreso con los medicamentos y otras cosas que pidió Meghan, no fuimos. Él me había pasado unas pastillas y una botella de agua para que así pudiese tomármela y calmar mi alergia.

Se veía tan adorable su lado sobreprotector y preocupado por mí, al menos en esa parte, sigue siendo el mismo.

—¿Quieres que te lleve a dónde tu papá primero o hacemos parada a la casa de Meghan? —me pregunta Ross mirándome por el retrovisor.

—Ehm… bueno —me pongo nerviosa— papá no sabe que vine. —Ross frena de golpe.

—¿Le ocultaste al alfa que vendrías? —Me mira sin poder creerlo.

—Quería que fuera sorpresa —mi voz disminuye y muestro timidez.

Lo sé, no parezco la típica loba ruda que todos están acostumbrados a ver en este tipo de historias.

—Estoy muerto. —Cubre su rostro.

—Exageras —dice Meghan.

—Soy el omega Meghan, mi deber es seguir sus órdenes y avisar cualquier cosa que él no sepa —le recuerda.

—Prometo no meterte en problemas —me adelanto y él me mira.

—Tu ni siquiera deberías estar aquí, la verdad es que me sorprendí que vinieras, ya que alfa dijo que no volverías jamás —dijo Ross y eso me hizo sentir mal.

—Solo está de paso, así que podríamos mantenerla oculta hasta que se vaya —propone Meghan y Ross no está acuerdo— ¡Por fis! —coloca sus ojos suplicante de cachorro.

Ross me ve y Meghan me hace una seña para que ponga a hacer lo mismo que ella. Yo junto mis manos dejando caer la camisa que sujetaba para taparme, hago un puchero y con voz dulce digo;

—Por favor.

Él parece no resistirse a nuestros puchero, así que se rinde soltando un suspiro.

—Alfa me arrancará el pelaje si se llega a enterar, pero de acuerdo. —Vuelve su vista al volante y nuevamente coloca el auto en marcha.

—Gracias Ross —dije con delicadeza.

—Tu padre viene mucho a casa, tendré que esconderte en mi taller —Suspira él.

Agacho mi mirada, creo que voy a sentir algo de culpa si se mete en problemas.

—No es necesario —respondo.

—Soy el adulto aquí, me haré responsable, no quisiera que las regañasen —dijo sin más.

Él solo tenía veinte y yo diecisiete, estaba siendo un poco dramático, yo puedo hacerme responsable de mí, pronto seré una adulta también.

Llegamos a casa de los Zanetti, pero a la casa de Meghan, Ross vivía un poco más alejado con su padre. Nos bajamos del vehículo y me ocultaron en el garaje donde Ross tenía su moto, o eso era lo que me estaba explicando.

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